

LO CERCANO COMO LO LEJANO NO ESTÁN EN OPOSICIÓN EN LA RESPONSABILIDAD DE LA IGLESIA DE LLEVAR EL EVANGELIO. LAS NECESIDADES DEL «AQUÍ» SON TAN URGENTES Y PRIORITARIAS COMO LO SON LAS COSAS DEL «ALLÁ» . MANTENER EL EQUILIBRIO EN LA VISIÓN Y EL COMPROMISO DE AMBOS EXTREMOS, AYUDA A LA IGLESIA A SER EFECTIVA EN SU COMPROMISO DE OBEDIENCIA AL MANDATO DE HECHOS 1:8.
«Nosotros hablamos de la segunda venida; la mitad del mundo nunca ha escuchado de la primera». Oswald Smith
Hechos 1:8 Reina-Valera 1960 (RVR1960) 8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Hechos 1:8 Nueva Versión Internacional (NVI) 8 Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.
Si quisiera encontrar una frase que describa las perspectivas local y global de la Misión, creo que daría por muy válida la del pastor Oswald Smith.
NUESTRA HERENCIA
En la tradición religiosa hebrea, el templo era el lugar central de culto. Este era el espacio de encuentro con Dios, donde adorar, donde reconocer y servir al Dios de los cielos. Esta característica de vivir la experiencia espiritual centrada en el templo marca profundamente la visión y la acción de la iglesia a través de los siglos. Hoy seguimos el mismo patrón. El enfoque de trabajo sigue siendo templo-céntrico.
Este rumbo ha limitado la orden del id y haced (Mateo 28:19). Limita la visión de expansión y por ende la acción para alcanzar a otros pueblos y culturas.
El id implica movimiento. Decía Loren Cunningham, fundador de JCUM. «¡Id! significa un cambio de ubicación. Implica salir de nuestro entorno para desplazarnos a otro y NO precisamente a donde en lo personal nos gustaría ir, sino donde nos manden, que seguramente será donde la necesidad será mayor». Se hace inevitable considerar que «quizás» la iglesia que vive la experiencia hebrea marca un modelo erróneo a seguir.
LA NECESIDAD DE CAMBIAR NUESTRO PARADIGMA
El edificio al que llamamos templo ha de ser lugar de capacitación y edificación de la comunidad de los creyentes para vivir y para compartir a Cristo en cada lugar de acción personal. También ha de ser lugar de encuentro y refrigerio espiritual fraternal; de adoración en comunidad.
Por muchos años, la lectura de Hechos 1:8 realizada desde una perspectiva progresiva